domingo, 16 de febrero de 2014

¿Cuál es el mejor método para que tus empleados aprendan idiomas de verdad?

Desde que empecé a trabajar como cualquier empleado en una empresa, me ha sucedido lo que a todo el mundo: he ensayado muchas formas de aprender idiomas. Inglés, alemán y francés.

¿Funcionan todas?  ¿Es tirar el dinero? Las empresas se gastan cada año miles de euro en mejorar el nivel de idiomas de sus empleados, y en todos los niveles. El problema para el nivel ejecutivo es encontrar tiempo, o tener el hábito de estudiar. 

Veamos: 

-La academia. Asistir en tus horas libres a clases en la academia (yo asistí a International House) tiene la ventaja de que fijas una disciplina. Para los que ya saben algo de inglés, es recomendable dar clases de conversación. Pero eran pocas horas a la semana y se esfumaban los conocimientos en poco tiempo. El progreso es lento.

-La escuela oficial. Asistí a clases de alemán en Goethe Institut. Es exigente, vas subiendo de nivel y te van realizando exámenes para lograr el Zertificat Deutsche (supongo que el First, en inglés), y el ZD für dem Beruf (para inglés empresarial). El problema es sacar tiempo libre para preparar las clases. Llega un momento en que subir de nivel es muy difícil para los irregulares horarios de un alto ejecutivo.

-El profesor particular. Dos, tres, cuatro horas a la semana. Lo hice con Tandem en caso del alemán, pero como era a la hora de comer, tenía que invitar al profesor y al final él se lo pasaba mejor que yo pues yo me limitaba a escuchar. Cuando hice lo mismo con un profesor de inglés, mi profesor tenía un acento tan ortodoxo que no se parecía a nada conocido. Las conversaciones se desviaban a temas frívolos, cuando lo que uno necesita a lo mejor es un inglés de reuniones de empresa.

-La clase on line. Mi empresa me puso clases con una academia on line de la que no aproveché nada. Los libros eran bastante buenos, pero mi trabajo me quitaba la fuerza de voluntad que necesitaba. Es decir, tenía que sacar parte de mi tiempo libre para rellenar los libros, meterme en internet o llamar por móvil a un profesor disponible. Ni lo intenté.

-Los portales con juegos o videos. Son los sistemas empleados por Busuu o English Central. Son gratuitos en la mayor parte de los casos, pero hay que crear el hábito de entrar y de perfeccionar el inglés. Lo malo es que no hay una persona de carne y hueso del otro lado y el progreso es lento. 

-Las villas inglesas. Estuve un fin de semana en Villa Inglesa, cerca de Madrid. Eran jornadas de 9 de la mañana a doce de la noche. Exhaustivas. Tres alumnos, tres profesores. Se trabajaba la gramática, la conversación, la improvisación, las reuniones ejecutivas. Prohibido hablar español. Prohibido móvil. Tuve la ventaja además que era un intercambio con Diverbo: nos hacía contenidos para lainformacion.com (contenidos periodísticos), que se publicaban, y nosotros recibíamos a cambio clases de inglés en Villa Inglesa. Para los que tienen cierto nivel, es lo más recomendable. Los progresos son auténticos. Pero un fin de semana no basta. Sería ideal tener una visita cada dos meses. 

En resumen, aprender un idioma a trozos es largo y tedioso. Quien tenga el hábito y el tiempo, puede aprovechar cualquier método. Pero para el mundo ejecutivo, donde faltan las dos cosas, las inmersiones lingüísticas en fines de semana, o en semanas enteras (o un mes) suelen sorprender al aprendiz porque progresa con rapidez. Es quizá el dinero mejor empleado por la empresa, pero no es barato.

 

 

 

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